El primer cop que vaig sentir-li parlar de la “causació diabólica” al Manuel Delgado va ser a Granyena, una nit d’estiu a l’interior de l’ermita de la Verge del Camí. Era a propòsit d’una xerrada sobre els templers i la seva fi, calumniats i finalment eliminats en una persecució que té el seu punt culminant en l’execució a la foguera del gran mestre de l’orde Jacques de Molay. L’expressió procedia de Léon Poliakov, que defininia d’aquesta manera la “causació diabòlica” per boca d’Evans-Pritchard, citat al seu torn per Lévi-Strauss a La pensée sauvage (1982):
“Considerada como sistema de filosofía natural, ésta (witchcraft) implica una teoría de las causas: la mala suerte proviene de la brujería, actuando en concierto con las fuerzas naturales. (…) La brujería no es responsable del búfalo, el granero, la enfermedad, pues existen por sí solos, pero lo es de esa particular circunstancia que los pone en una relación destructora con un cierto individuo. El granero se hubiera hundido de todos modos, pero será la brujería la culpable de que caiga en un momento dado, y además cuando un individuo dado descansaba debajo. Entre todas esas causas, la brujería es la única que admite una intervención correctiva, puesto que sólo ella emana de una persona”.
Aquesta qüestió sempre em ve al cap a propòsit de la història de “la bruixa de Biosca” o “l’ultima bruixa” cremada a Catalunya tot just encetada l’època contemporània. Jo vaig descobrir-la no pas per tradició oral a la pròpia vall del Llobregós, sinó a les sales de l’arxiu del Centre excursionista de Catalunya, deu fer cap a vint anys. Hi cercava fotos antigues i estava asseguda al davant de l’antropòloga (sense llavors jo saber-ho) Josefina Roma, que al percatar-se de la geografia que m’ocupava, m’explicà la història de “l’última bruixa” i del calfred que a ella li recorregué l’espinada el dia que va visitar Biosca, que recordava amb “un aspecte inquietant; opresiu…”, com “d’haver-hi passat coses grosses…”. I potser sí que jo mateixa vaig evocar, llavors, que quan hi anava per la Festa Major, de ben petita, i amb les amigues no ens atrevíem a sortir del perímetre de la plaça per aventurar-nos pels carrerons estrets, que ens semblaven massa foscos.
Va ser l’amic Fermí Manteca, que n’havia estat rector, qui em va fer a mans el text extret del llibre de notes del quin havia estat rector de Biosca entre 1884 i 1889, Mn. Ramon Berengué, localitzat al seu torn per Mn. Xavier Bosch -l’erudit capellà toranès que va fer d’interlocutor al folclorista Valeri Serra i Boldú en la seva recerca de tradicions i rondalles. Reproduïm, doncs, aquest text, publicat íntegrament a Arxiu de tradicions catalanes (Palma de Mallorca, Olañeta, 1980, vol. VII, p. 59):
“Por los años 1800 había en Biosca una comadrona llamada la Baquiol, mujer anciana, pobre, fea y un poco de mal genio, circunstancias poco favorables a ella. El vulgo ignorante y malicioso la llamaba bruja. Ella recibía muy mal este apodo y se incomodaba… Un día fue la Baquiol a pedir limosna a casa Fornet, y como fuese poca la limosna que recibiera, desagradecida les amenazó diciendo que se acordarían de ella. La muchacha al momento lo contó a su madre. Al cabo de pocos días se puso enfermo el hijo mayor de casa Fornet y murió. Sus desconsolados padres, acordándose de la amenaza que les había hecho la mendiga Baquiol, a ella atribuyeron la muerte prematura de su primogénito. Pasada una temporada, viniendo Baquiol de recoger leña seca del bosque del manso Aubagueta, le salieron al encuentro, la ataron en un roble y le dieron una fuerte paliza. Ella por la noche, forcejeando, se desató, y como pudo vino a Biosca, yéndose a referirlo al reverendo señor párroco Gatuellas, el cual, movido a compasión la tuvo en su… hasta que estuvo perfectamente restablecida. La primera noche que la Baquiol fue a pernoctar en su propia casa, fue asaltada por hombres desconocidos, se la llevaron, la condujeron al pie de la cruz que está cerca la fuente de la ribera donde tenían preparado un montón de leña, y encendida, echaron viva en el fuego a la infeliz mujer. Tres veces fue echada en las llamas; dos se salvó de ellas y la tercera sucumbió y fue reducida a cenizas.
Al día siguiente, teniendo noticia de este horrendo atentado el señor párroco lo denunció al Juzgado. Mientras la justicia perseguía o practicaba las diligencias para descubrir a los autores del crimen, los franceses invadieron España y se suspendió la causa.
En 1814, el reverendo Gatuellas emprendió de nuevo la persecución de los asesinos de la pobre Baquiol, pero todo fué inútil.
Dicen que el reverendo Gatuellas era un hombre rico, sabio y soberano. A propósito de esto … Solsona envió de incógnito a su Vicario general para tomar datos relativos al asesinato de la Baquiol. El Vicario general, que era íntimo amigo del párroco de Biosca, en vez de hospedarse en la casa del cura, se fué al hostal. Cumplido su cometido, se fué a hacer una visita al párroco, y este no quiso admitirle en su casa, porque al llegar no se había dirigido inmediatamente a ella”.
El text ens parla d’una dona sola, lletja, pobra, rondinaire i que a més era llevadora, amb aquell estrany poder d’ajudar a donar vida en un moment de trànsit en el qual “la mort sempre passava per sota el llit”; aquell moment “de dones”, que s’escapava –fins que la medicina “oficial” (o dels homes) va capitalitzar l’acte de parir, posant-lo sota la seva tutela i supervisió.
Però una recerca recent a l’Arxiu Diocesà de Solsona ha posat de manifest que a la versió de Mn. Berengué, explicada vuitanta anys després dels fets i quan ja no devia quedar un sol supervivent coetani d’aquell crim infame, li mancaven detalls importants per atansar-nos a la veritable història de la “bruixa de Biosca”. Així fou com una carta redactada el 19 d’abril de 1865 pel llavors rector Jorge Santander, i dirigida al preveré cardoní Mn. Joan Riba (personatge erudit i àvid col·leccionista, a part de creador de la “Col·lecció Riba” d’objectes fets amb sal –avui al Museu Diocesà i Comarcal de Solsona), ens apropa una mica més al que devia passar. Recollim també la part de la carta que fa referència al que ens ocupa:
“Por hoy le hablaré solamente de la célebre historia de la bruja y del entonces Reverendo Párroco Gatuelles. De todo esto nada se encuentra en el archivo, ni aún la partida de defunción de la llamada bruja. Lo que voy a referirle me lo ha contado un anciano de ochenta y cuatro años sobrino de la misma.
Por los años 1806 vivía en esta villa una mujer vieja, fea y pobre llamada Teresa Guardia; pedía limosna de puerta en puerta y cuando en alguna casa no la socorrían, decía con toda formalidad: “Vos asseguro que me la pagareu”. De aquí provino que todo el mundo la llamara bruja. En una de las casas que había amenazado con sus brujerías enfermó un hombre, que consultando a un brujo le dijo este que la dicha Teresa era la bruja que le hacía padecer.
Los deudos del enfermo trataron de dar una muerte terrible a la tal mujer, atándola al tronco de un árbol fuera de la población, pero por entonces pudo salvar la vida y se refugió en la casa rectoral por algunos días, pero cuando parecía que había pasado el peligro, le aconsejó el párroco que volviera a su casa sin ningún temor. Pero los deudos del enfermo, en unión con unos cuantos jóvenes de los más descamisados de la población, prepararon una noche un gran montón de leña en el punto llamado la Font de Baix. Van a casa de la bruja, se escapa esta por el tejado, pero el dueño de la casa en que había ido a refugiarse, tan bárbaro como los demás, la entrega vilmente a sus enemigos, quienes para que no grite, le atan fuertemente la boca con un pañuelo, la arrastran fuera de la población en el lugar precitado, la atan sobre la leña y pegan fuego al montón. Con el fuego se rompen las ataduras y se escapa hasta tres veces, pero siempre es echada de nuevo al fuego por aquellos tigres y por último pierde las fuerzas y queda consumida por las llamas.
La autoridad no se cuidó de dar parte del hecho y los criminales quedaron impunes. Por entonces sobrevino la guerra de la Independencia y nadie pensó en tal cosa.
Parece imposible que esto sucediera en unos tiempos en que los ancianos nos lo pintan todo de color de rosa, pero es una triste verdad.
El año catorce se trató de procesar a los criminales y con este motivo hubo fuertes reyertas entre el párroco y el alcalde en una de las cuales el alcalde recibió del párroco un fuerte bofetón, se acudió a la autoridad superior, se dejó lo de la bruja y se procedió contra el párroco.
La autoridad eclesiástica le mandó comparecer a Solsona a lo que se negó; se le fue a buscar con fuerza armada y cuando con violencia lo sacaron de la casa rectoral, se puso a gritar: “Feligreses míos ayudadme”. A estas voces acudió el pueblo amotinado y sin respetar al alcalde ni a la fuerza armada se apoderaron de él y le volvieron a su casa; se previene con unos cuantos hombres armados dispuestos a hacer fuego a cualquiera que se le presente, pero por último tuvo que ceder y fue conducido preso a Solsona y después fue trasladado a Barcelona, donde murió.
Este párroco se llamaba Antonio Gatuelles, tan distinguido por su talento como por su genio extravagante. Este fue el que edificó la magnífica casa rectoral que ahora existe, que es de las mejores del obispado”.
Si comparem les dues narracions, veiem que aquesta darrera és molt més precisa tant alhora d’explicar amb més detall els fets, com de posar dates (1806), noms i cognoms als protagonistes –malgrat el relat publicat a l’obra de Valeri Serra especificava alguns noms com el de la casa de la “víctima” (casa Fornet) o el mas (Aubagueta) vora el qual la van lligar a un arbre la primera vegada. En el segon relat, però –i que cronològicament és més primerenc i compta encara amb testimonis directes de l’època- el malnom de “La Baquiol” (que jo sempre havia pensat que es podia correspondre amb el cognom “Lavaquiol”, no pas estrany a la zona) és substituït aquí pel de Teresa Guàrdia, amb l’accent en el fet que qui explica la història al capellà Santander sembla ser un nebot de la pròpia “bruixa”.
El que no apareix en el segon relat és la seva condició de llevadora. Podia ser que en la narració més tardana, aquesta hagués estat una característica “afegida”, pel simple fet que sovint, les considerades “bruixes” ho eren, de llevadores? Sí, en canvi, que es mantenen els estereotips de “vella, lletja, pobra…”, ingredients tots ells que, units a la primordial condició de “dona”, ja formaven la combinació idònia per a crear l’estigma. Una diferència interessant entre els dos relats és la sort de la suposada víctima. En el relat més tardà, l’hereu de casa Fornet emmalalteix i mor, mentre al relat més primerenc només es parla d’un home que “va emmalaltir”, però que ell mateix va consultar a un “bruixot”, que li va confirmar que la causant de la seva desgràcia era “la bruixa”.
Podria ser, també, si seguim l’estereotip de la “bruixa llevadora”, que la suposada mort de la víctima sigui la conseqüència més lógica del malefici, de manera que el relat tardà, estrafet ja a partir de vaguetats, en realitat construeix la versió més “coherent” amb l’imaginari vinculat a la bruixeria.
La narració explicada pel nebot de Teresa, però, tampoc té desperdici quan es posa de manifest que la víctima de “bruixeria” (que sempre és un home), davant la seva malaltia consulta un home-bruixot, que culpabilitza del seu estat a la dona-bruixa.
Finalment, en l’altre vèrtex del triangle format per la “bruixa” i “l’embruixat i agressors” hi hauria la figura del capellà, que en ambdós casos se’ns descriu com un home erudit (per bé que extravagant), que auxilia en primera instància a Teresa i en denuncia l’assassinat, però que acaba essent ell l’empresonat per una simple agressió a l’autoritat que representa l’alcalde. En qualsevol cas, podem dir que seria una lluita de poder “masculina” la que acabaria desplaçant “l’assumpte” de la bruixa, que acabaria oblidat i distorsionat entre les vicissituds del segle.
En definitiva, la desgraciada història de la bruixa de Biosca evidencia el que Gerard Horta ens recorda a propòsit del fet que “la història del món occidental ha estat en gran manera una història de les persecucions de minories etiquetades com a abjectes, la supressió de les quals es percep en un moment determinat com a urgent amb vista a salvar la societat”. El cas és que les dones no ho som pas, de “minoria”, però sovint som percebudes com a tal, i sobretot ho són les que no encaixen dins el confort de l’ordre establert, les que la seva manera de viure de ser ja és percebuda com una subversió d’aquest ordre. Perquè ja sabem que una dona com cal no pot tenir les mateixes característiques de la bruixa: ni pot ser lletja, ni pobra, ni vella, ni rondinaire (i menys encara saber –com les antigues llevadores- coses que els homes no saben…).
Dos-cents deu anys són quatre dies si parlem d’història. La superba rectoria feta construir pel rector Gatuelles senyoreja encara (reconvertida en un establiment de turisme rural) el perfil de la població. Fa molt temps que no hi entro, a Biosca -i “veïns” com som-, però si un dia passo per la Font de Baix, tindré un pensament per la Teresa Guàrdia. La dissortada “bruixa de Biosca”… .
Molt interessant. I adient. Gràcies.
[…] “Es deia Teresa”: aproximació a la veritable història de la bruixa de Biosca […]
Interessant, Maria.
A prop de Biosca, poc més amunt de l’Aubagueta, hi ha un turó amb bones vistes. Es conegut amb quatre noms: Tossal de Puig Redón, de la Creu, de les Freixes, de les Bruixes. Es diu que pels volts de Sant Joan s’hi aplegaven per ballar al voltant d’una foguera. Hi ha una esplanada aprop del cim on encara no hi creix l’herba.
Molt Bona historia amb un mal final pobra dona .tantes i tantes histories en aquella época amb el mateix final.
Segles i segles exercint violència contra les dones. Molt interessant com expliques l’evolució de l’estigma i com ella, la víctima, acaba essent invisibilitzada per una lluita entre poders fàctics masculins.
Aquesta historia l’he sentit a troços tota la vida. Ves a saber que va passar realment !!!
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